Pianista, compositora.
Karina Glasinovic nació en 1962 en La Unión, en el sur de Chile, siendo hija de una familia de inmigrantes. Mientras que su apellido paterno es croata, su abuelo materno era alemán. En su casa siempre se escuchó música clásica; su madre era una gran aficionada a las óperas de Richard Wagner y así, desde niña cultivó el gusto por la música docta. Su primer encuentro con el piano se produjo de manera casual en el sótano de una casa de campo, ya que este instrumento no era frecuente en La Unión. Durante su infancia, la familia se mudó a Osorno, donde Glasinovic pudo ingresar al conservatorio, si bien tardó dos años en contar con un piano propio para practicar. No obstante, la falta de piano la impulsó a visualizar las obras que estudiaba y aprendía mentalmente, algo que ha mantenido como parte de su manera de asimilar y entender la música.
A los 17 años se mudó a Santiago, donde fue alumna del pianista y compositor Carlos Botto en el Conservatorio Nacional de la Universidad de Chile, del que se tituló en 1990. Entre sus compañeros de la cátedra de piano se encontraban Paulina Zamora, Lina Osses, María Paz Santibáñez y Alfredo Perl. La propia Glasinovic afirma que Botto fue un maestro muy influyente para ella, que en clases de larga duración la ayudó a llenar los vacíos de su formación musical en el sur de Chile, la instruyó en particularidades estilísticas y en repertorios diversos, incluidas las obras de compositores chilenos como Pedro Humberto Allende. A estos vacíos se vinculaba indirectamente su costumbre de variar las obras, especialmente en las partes correspondientes a repeticiones, una práctica que tendría que eliminar en su formación musical académica, pero que fue la base de una nueva actividad que desarrollaría de forma paralela a la interpretación: la composición. Desde su propia doble condición como pianista y compositor, Botto la guió también en la creación musical, animándola a explorar esta faceta, si bien durante su época de estudiante y joven egresada Glasinovic no se insertó en la escena musical chilena – la que ella misma reconocía como eminentemente masculina – como compositora.
Hasta fines de la década de 1990, Karina Glasinovic se desempeñó en diversas ocupaciones musicales, entre ellas como pianista del Concurso musical “Dr. Luis Sigall” en Viña del Mar, como participante frecuente de las Semanas Musicales de Frutillar, y también como pianista del Coro de Cámara de la Universidad de Chile, donde trabajó junto a Víctor Alarcón abordando repertorios diversos, incluida la música antigua y colonial. Desde 1994 ha participado como pianista del Ensemble Bartok, quinteto al que ingresó reemplazando a su gran amigo, el pianista y compositor Cirilo Vila, y con el que ha continuado colaborando en etapas en las que Glassinovic ha residido fuera de Chile, encontrándose con sus demás integrantes en el extranjero para realizar giras en diversos países y continentes, entre ellos Alemania, Lituania, Inglaterra, España, Corea del Sur y China. Junto a los restantes miembros del Ensamble Bartok – Carmen Luisa Letelier (contralto), Valene Georges (clarinetista), Eduardo Salgado (cellista) y Jaime Mansilla (violinista) – ha participado también en numerosos estrenos de música chilena y latinoamericana, así como también en grabaciones. Con Glasinovic como pianista, el Ensamble Bartok ha sido premiado con el Premio Altazor (2000) y el Premio Domingo Santa Cruz de la Academia Chilena de Bellas Artes (1998).