La música de Barber es elegíaca, lírica y refinada. Sin abandonar nunca el ámbito de la tonalidad, utiliza un lenguaje disonante, politonal a veces. Su orquestación, constantemente poética, se caracteriza por hacer cantar a los instrumentos.
Trató de evitar el experimentalismo de otros compositores estadounidenses de su generación, prefiriendo hasta casi el final de su vida ceñirse a formas y armonías musicales relativamente tradicionales. La mayor parte de su obra es exuberantemente melódica y ha sido descrita como neorromántica, a pesar de que en algunos de sus últimos trabajos, particularmente el Tercer Ensayo para Orquesta y la Danza de la Venganza, de Medea, despliega un uso magistral de las percusiones, un mayor vanguardismo y efectos neo-stravinskianos.
Sus canciones, acompañadas por piano u orquesta, se encuentran entre las más populares del repertorio clásico del siglo XX. Entre ellas se incluyen una serie sobre textos de Matthew Arnold (Dover Beach), originalmente escrita para cuarteto de cuerdas y barítono; las Hermit Songs, inspiradas en textos anónimos irlandeses de los siglos VIII al XIII; y Knoxville: Summer of 1915, escritas para la soprano Eleanor Steber y basadas en la introducción a A Death in the Family, un texto autobiográfico de James Agee premiado con el Premio Pulitzer de 1957.
Barber poseyó una notable voz de barítono y durante un tiempo consideró la posibilidad de convertirse en cantante profesional. Dejó unas pocas grabaciones, entre ellas una de su propia Dover Beach.
Su Sonata para piano (1949), una composición encargada por Richard Rodgers e Irving Berlin, fue interpretada por primera vez por Vladimir Horowitz, convirtiéndose en la primera gran obra estadounidense para piano estrenada por un pianista internacionalmente reconocido.
Barber compuso igualmente varias óperas; Vanessa, según el libreto de Gian Carlo Menotti fue estrenada en la Metropolitan Opera de Nueva York. Consiguió el éxito tanto crítico como de público, y Barber obtuvo por ella el Premio Pulitzer de 1958. En su estreno en Europa fue recibida con frialdad, por lo que actualmente es poco representada en el Viejo Continente, si bien continúa siendo popular en EE. UU.
Barber produjo varios conciertos para instrumentos solistas y orquesta: uno para violín (finalizado en 1939), uno para violonchelo, un tercero para piano y uno para flauta (un arreglo del anterior concierto de violín). El Concierto para piano y orquesta fue escrito para y estrenado en el Lincoln Center de Nueva York por el pianista John Browning el 24 de septiembre de 1962, con Erich Leinsdorf dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Boston. Por él obtuvo el Premio Pulitzer de 1963.
Barber escribió igualmente a comienzos de los años sesenta una obra virtuosística para órgano y orquesta, la Toccata festiva, para el famoso organista E. Power Biggs. La New York Philharmonic le encargó también un concierto para oboe, del que solamente pudo componer su movimiento lento central antes de su muerte.
Entre sus trabajos puramente orquestales, se encuentran sus dos sinfonías de 1936 y 1944, la obertura La escuela del escándalo (1932), tres ensayos para orquesta (1938, 1942 y 1978), así como Fadograph on a Yestern Scene (1973).
Compuso también obras corales de gran envergadura, como las Prayers of Kierkegaard (1954) y The lovers (1971). Prayers of Kierkegaard se basa en los escritos del filósofo existencialista danés Søren Kierkegaard.
Además de la antes mencionada sonata, su repertorio para piano incluye Excursions, Three sketches, Souvenirs y otras varias piezas sencillas.
Aunque Barber nunca fue un compositor prolífico, compuso mucha menos música a raíz del fracaso de su ópera Antonio y Cleopatra. Esta tenía un libreto escrito por el director cinematográfico y de ópera Franco Zeffirelli y había sido comisionada para la apertura en 1966 de la nueva Metropolitan Opera House. La ópera fue recibida de manera más favorable en 1975 cuando fue representada en el escenario más íntimo de la Juilliard School con la colaboración y la dirección escénica de Gian Carlo Menotti.
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