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En 1997 una fracción del conjunto Acuarela dejó para siempre este proyecto con el objetivo de desarrollar sus propias ideas en torno a la música infantil. Un año después nació Agualuna, septeto electroacústico integrado por compositoras, cantautoras, multi-instrumentistas y profesoras de música, quienes dieron un importante paso estético al integrar en sus creaciones una serie de elementos de la música popular históricamente vedados para los niños.
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Cecilia de la Fuente, Rosita Ferrada, Lili Pérez y María Soledad Opazo comenzaron como taller de composición colectiva en formato de cuarteto, con el claro anhelo de actuar en vivo más allá del intenso trabajo de grabación de discos que practicaban al interior del grupo Acuarela. Agualuna desarrolló entonces diversas propuestas sonoras, dada la versatilidad de sus integrantes, creando así un set de nuevas canciones infantiles con fuertes trabajos a cuatro y más voces. Algunas de sus integrantes tuvieron proyectos paralelos en la música popular como la cantautora Tita Munita y la compositora Marcela Rojas (del grupo de fusión latinoamericana Marcetribu).
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En 2001 Agualuna debutó discográficamente para Warner con Agualuna a la una. El repertorio del álbum incluía blues, foxtrot, hip-hop ritmos latinoamericanos e incluso rock and roll, propuesta central del grupo y que lo ubicó en una posición poco común dentro de la corriente principal del género. Poco después Agualuna se presentó en escenarios europeos de Suecia y Alemania, difundiendo el material tanto en teatros como en colegios e incluso en las calles de ciudades como Gotemburgo, Scora y Aalen. En 2004, el grupo grabó nuevo material con la Orquesta Moderna, agrupación de cuerdas dirigida por el violista Luis José Recart.
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Es el nombre de un proyecto infantil que en un principio fue un programa de televisión chileno dirigido al público infantil y familiar, que actualmente sigue activo haciendo espectáculos a lo largo de todo Chile. Su animador es Marcelo Hernández, más conocido como Marcelo, quien es acompañado por diferentes personajes como el Gato Juanito, Epidemia, el Conejo Wenceslao, el León Chester, el Señor Lápiz, Chanchoman, la Mosca y el Zancudo Draculón.
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El programa comenzó en 1983, en TVN, y estuvo al aire durante 25 años, pasando por canales como Canal 13, ETC y La Red.
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La idea del programa nació de Hernández, quien vio a unos sobrinos que alucinaban con comerciales de TV y sus imágenes rápidas, coloridas y música ad hoc. Y él quiso emular eso, creando canciones para explicar los hechos. En sus orígenes, el espacio tenía como objetivo explicarle el entorno a los niños y el porqué de muchas situaciones, cosas o acontecimientos. De ahí que en su set hubiera "muchos cachureos", como cuenta Marcelo. En Chile, se le denomina coloquialmente "cachureos" a un conjunto variado de objetos desechados en un lugar que podrían tener algún uso.23
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En 1981, Marcelo grabó el piloto de "Cachureos", pero debió esperar dos años para salir al aire, debutando en 1983 por las pantallas de TVN. Para concretar la puesta en marcha del proyecto, Marcelo Hernández contó con la colaboración de su amigo José Alfredo Fuentes.
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Es un ensamble convocado por el flautista Rodrigo García y el violinista Gonzalo Pinedo bajo el nombre de Zapallo, y es una de las columnas más firmes y estables en la música infantil. Con una historia prolífica en cuanto a composición original, recopilación de material y grabación de discos desde los inicios de la década de 1980, sus canciones dibujaron la escenografía colorida y construyeron la imaginería para sucesivas generaciones de niños.
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El proyecto nació informalmente en 1980 al interior del Grupo Cámara Chile e inspirado en la figura de María Elena Walsh y del compositor chileno Vittorio Cintolesi. Una facción de actores de la entidad fundó la compañía de teatro infantil Diente de Leche y se asoció con Rebeca Domínguez, Pinedo y García, intérpretes provenientes del mundo docto, para musicalizar los montajes. Luego de tres años de trabajo en esta línea, García fundó el proyecto de Zapallo.
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Adscrito a la música acústica dirigida a niños de entre 2 y 7 años, Zapallo realizó un largo trabajo en la creación de piezas originales y recopilación de material anónimo de rondas infantiles y otras canciones. Su labor siempre estuvo enfocada a la enseñanza didáctica más allá de la simple recreación infantil, incorporando instrumentos nobles, y armonías y arreglos algo más avanzados que aquellos acostumbrados para los oídos de un niño común. Melodías como “Las vaquitas”, “El ratón Febelón”, “La polilla palomilla” y la conocida “Expresar” fueron parte de sus mejores momentos musicales.
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Una primera etapa se extendió entre 1983 y 1993, con la dirección musical de Pinedo y luego de Jorge Hermosilla. Durante esos años, Zapallo se volcó a los sonidos de raíz latinoamericana, trabajó intensamente con los textos y la música del compositor Oscar Aguilera y vivió el paso de una serie de músicos en sus filas. En 1991 participó en la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar, defendiendo la canción “De principio a fin”, que quedó entre las cinco finalistas.
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En 1993, el profesor Oscar Pino tomó la dirección musical y el grupo consiguió una fisonomía definitiva, estableciéndose como quinteto acústico con Enrique Torreblanca (guitarra), María Paz Herrera (voz y cuerdas) y Loreto Valjalo (voz y flauta traversa), más García en las flautas dulces. La formación de esta segunda etapa trabajó con composiciones propias y los textos de la escritora y poeta María Luisa Silva, al tiempo que transfirió al lenguaje de la música infantil material de compositores como el argentino Eugenio Inchausti y el brasileño Chico Buarque.